Gaby Vargas11 Ene. 09
"Todos vivimos con el objetivo de ser felices; nuestras vidas son todas diferentes y, sin embargo, tan iguales". Anna Frank
Recuerdo lo feliz que era mi abuelo. Una pequeña fábrica de conservas que abría y cerraba a la misma hora, le daba para vivir una vida tranquila, sin lujos junto con mi abuela y sus seis hijas. Disfrutaba inventar en su cocina toda clase de salsas, por cierto la "Búfalo" fue una de ellas. Con esto, les pudo dar a sus hijas una buena educación y formación. No pretendía nada más. Hoy, nada es suficiente. La búsqueda de la "felicidad" que perseguimos nos ha llevado a vivir una obsesión por la perfección. Es decir, vivimos bajo la presión de que hagas lo que hagas tienes que ser el mejor -en todo- y tu mejor esfuerzo es visto como poca cosa.
No es suficiente ser unos buenos papás que crían buenos hijos en un departamento decente: tienes que ser una combinación de Freud, Martha Stewart, Beckham y Mary Poppins, que educan a unos niños que, a su vez, tienen que equipararse a Einstein, Lorena Ochoa y Mozart en partes iguales y que, además, viven en una casa que tiene que competir, por lo menos, con Versalles.
No es suficiente tener un trabajo, tienes que construir una carrera: un camino en el que encuentres satisfacción, un buen puesto, un supersueldo con amplias prestaciones, que te dé un estatus determinado y que "haga la diferencia".
No es suficiente hacer ejercicio y estar saludable: necesitas tener el abdomen marcado, tu índice de masa muscular en niveles óptimos, el cuerpo de un atleta, y la capacidad aeróbica de un maratonista.
No es suficiente tener un buen matrimonio: tienes que estar tan conectado con tu pareja como si de gemelos se tratara, y tener el mejor de los sexos tres veces por semana.
No es suficiente ahorrar todo lo que puedas: necesitas saber invertir tu dinero de tal manera, que te permita que tus hijos estudien en la mejor universidad, puedas viajar y hacerte de una casita de fin de semana.
No es suficiente saber cocinar para invitar a familia y amigos a la casa: necesitas ser un chef gourmet.
No es suficiente vestir con ropa limpia y combinada: necesitas ser un "fashionista".
No es suficiente tener un coche que sea seguro y confiable: necesitas manejar un vehículo moderno con motor turbocargado, que refleje juventud y elegancia.Y, lo peor de todo, es que tienes que tener todo lo anterior.
Cualquier cosa que sea menos que esto es motivo de frustración y señal de que no estás viviendo tu máximo potencial ni lo mejor de la vida.Esa persecución por la felicidad perfecta, hoy epidemia y obsesión, tarde o temprano sólo nos llevará a darnos cuenta de que tal cosa no existe.
Es ilusorio. Sin embargo, seguimos en la búsqueda a pesar de, y quizás por, la falta de felicidad que vivimos. Lo malo es que nos damos de golpes contra la pared al pensar que la felicidad debe de estar en la otra esquina, en el siguiente trabajo, en la fiesta del viernes, en la persona que contactamos por la red.
Entre más buscas, peor es la decepción. Entre más tratas de tenerlo todo, mayor es la probabilidad de terminar con nada. Si no tienes el cuerpo perfecto, la carrera perfecta o la cuenta bancaria perfecta, está bien. Lo que importa es poner tu mejor esfuerzo en todo lo que hagas.Finalmente, la felicidad viene de procurar una vida equilibrada, en lo emocional, en lo mental y en lo espiritual; y la paz, de entender que es imposible tenerlo todo.
Como mi abuelo... "Vivimos bajo la presión de que hagas lo que hagas tienes que ser el mejor -en todo- y tu mejor esfuerzo es visto como poca cosa".
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